martes, 9 de agosto de 2016

HE SUFRIDO UN GATILLAZO

Tengo 32 años y he sufrido un "gatillazo" recientemente. No es la primera vez que me ocurre últimamente, por lo que me estoy comenzando a preocupar. ¿Qué debo hacer? (José Antonio, Sevilla)
Cada vez son más las consultas que recibo sobre problemas de erección en hombres jóvenes sin que existan aparentemente factores de riesgo que indiquen el padecimiento de un trastorno orgánico. La mayoría de estas personas relacionan su problema con situaciones de estrés, exceso d...e trabajo, preocupaciones, etc. Pero si esta situación no se trata adecuadamente puede llegar a convertirse en una disfunción eréctil de origen psicológico.
El problema suele comenzar de forma casual, un día o varios cuesta mantener la erección en una relación sexual, algo perfectamente normal que no debería conllevar ningún problema real, pero que en algunas personas acaba convirtiéndose en una obsesión. De este modo, el varón puede llegar a la relación sexual obsesionado y ansioso. Cuanta mayor obsesión más estrés situacional, y más posibilidad de un nuevo "gatillazo", cayendo en un círculo vicioso que mantiene la situación en el tiempo. Lo mejor en estos casos es acudir a la consulta del psicólogo lo antes posible.
 
 

COMER EN FAMILIA

Comer en familia es un hábito saludable que se está perdiendo por culpa del ritmo al que nos someten las demandas de la vida moderna. Las exigencias ambientales actuales nos llevan a caer en rutinas que nos parecen “normales” pero que a nuestros abuelos les resultarían aberrantes y dañinas. Que nuestros hijos almuercen en el comedor de la guardería o del centro educativo en el que estudian (por supuesto sin menospreciar la calidad de dichas comidas, que suele ser buena), o que se vayan con la comida a su cuarto para poder seguir enganchados a la partida del videojuego, o que nosotros comamos malamente en la oficina con prisas y olvidándonos de la importancia que tiene una dieta equilibrada para salvaguardar nuestra salud física y mental, son nuevas prácticas frecuentes que tienen sus consecuencias a corto y largo plazo. Los malos hábitos alimenticios no son inocuos y repercuten en la educación, el rendimiento académico y la salud de nuestros hijos. El problema es que los padres tenemos que ser los primeros en dar ejemplo a la hora de transmitir costumbres saludables.