Si de mí dependiera, prohibiría la presencia de máquinas tragaperras, al menos en bares. Esto ya está ocurriendo en muchos países civilizados que ven en las "slot machines" algo pernicioso y fraudulento que no debería estar omnipresente en nuestra sociedad. No aportan nada, constituyen un mal ejemplo para los menores y hacen mucho daño a aquellas personas que acaban dependiendo de ellas. A menudo tengo que abordar en consulta situaciones dramáticas por culpa de estas máquinas que son como drogas al alcance de todos. No crean que es difícil caer en la dependencia de estos engendros, a cualquiera le puede pasar, pues sus mecanismos apelan a nuestros instintos más primarios a través de condicionamiento clásico y refuerzo intermitente. Lo mejor desde mi punto de vista es mantenerse alejado de ellas.
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