Una epidemia de nuestros tiempos: el abuso de drogas como
alcohol, cannabis y cocaína se ha disparado entre los jóvenes durante la última
década como consecuencia de la fácil accesibilidad de estas sustancias, la baja
percepción del riesgo que conlleva su consumo (“los porros no son peligrosos,
es más o menos como fumar tabaco”, “no pasa nada, yo sé lo lo que hago, yo
controlo”, “qué me va a ocurrir por meterme unas rayitas, quién no lo ha hecho
alguna vez”, “hay que divertirse de algún modo…”) y la tolerancia de la
sociedad (“todos mis amigos lo hacen”, “es normal tomarse alguna cosita para
pasarlo bien”, “esto es lo que mola, no seas aburrido…”).
La escasa sensibilización hace que la población no sea consciente de los riesgos que entrañan estas sustancias. Sin embargo, las consecuencias a corto y a largo plazo del abuso son casi siempre importantes y en muchas ocasiones nefastas.
Como profesional mi percepción es que la droga mata. La solución del problema no siempre es fácil, pero se puede salir.
La escasa sensibilización hace que la población no sea consciente de los riesgos que entrañan estas sustancias. Sin embargo, las consecuencias a corto y a largo plazo del abuso son casi siempre importantes y en muchas ocasiones nefastas.
Como profesional mi percepción es que la droga mata. La solución del problema no siempre es fácil, pero se puede salir.
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