- Cuando
nos sentimos inquietos o más cansados de lo habitual, nos cuesta
concentrarnos, tenemos la percepción de que no controlamos nuestras
emociones o nos sentimos menos equilibrados
- Cuando
nos sentimos tristes y sin ilusión de forma prolongada, tenemos la
sensación de que la vida carece de sentido
y no nos apetece hacer aquello que antes tanto nos entusiasmaba.
- Cuando
nos sentimos solos e incomprendidos,
aislados y desatendidos. Especialmente si creemos que hemos sufrido o seguimos
sufriendo alguna forma de maltrato: acoso escolar, acoso laboral,
violencia doméstica, acoso afectivo, violencia física…
- Cuando
somos conscientes de que padecemos alguna adicción (tabaco,
alcohol, drogas, juego…) que pone en grave peligro nuestra salud y nuestra
vida y que nos genera problemas con las demás personas: los amigos, los
compañeros de trabajo, la pareja o la familia.
- Si
el miedo nos paraliza y por temor no hacemos lo que deseamos hacer, no
desarrollamos nuestras habilidades, no nos relacionamos con los demás y no
disfrutamos de lo que nos rodea.
- Cuando
tenemos problemas con nuestra pareja o con nuestra familia (padres, hijos,
familiares…), o cuando experimentamos dificultades en el ámbito sexual que
nos impiden disfrutar y comunicarnos adecuadamente, produciéndose un
deterioro en nuestra relación.
- Cuando
sentimos que no controlamos nuestros pensamientos y
realizamos comportamientos extraños y repetitivos. Y no podemos dejar de
realizar estas conductas puesto que su ausencia nos genera ansiedad.
- Cuando el estrés se ha instalado en nuestras vidas de forma mantenida y recurrente, generándonos ansiedad, irritabilidad y síntomas psicosomáticos que repercuten en nuestros hábitos de sueño, alimenticios, higiénicos, deportivos, laborales, sexuales, etc.
En
definitiva no es necesario llegar a una situación extrema ni excepcional, ya
que el hecho de sentir que necesitamos
ayuda para afrontar una situación que no sabemos manejar ya es
un buen motivo para acudir al psicólogo y así poder prevenir problemas que si
no se atajan, a la larga pueden llegar a
enquistarse y agravarse.
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